La argentina que prometieron

Dijeron que tenían la solución, que “eran el cambio”, que sabían cómo manejar el país, que eran el mejor equipo de los últimos 50 años, sin embargo nada de eso sucedió. Pero no nos detendremos en la terrible y frustrante decepción a la que nos llevaron este equipo de empresarios que hoy dirige los destinos de un país. País que anhela ver la salida de algo que ellos mismos nos indujeron, bajo su misma inoperancia, aclaramos.

Duele esta realidad porque es difícil comprender que todavía pidan más esfuerzo a la sociedad, a los sectores más humildes, los más vulnerables, aduciendo que “es un camino emprendido el cuál nos llevará a una patria grande”. Mentira señores!. Es insostenible el seguir mintiendo y pateando la pelota para más adelante. Las heladeras están vacías. Las tarifas son impagables. Ya no hablamos de lujos, sino de lo más básico: luz, gas, transporte. Los jubilados eligen ahora entre qué medicamentos tomar y cuales son menos prioritarios porque no les alcanza para cubrir lo inherente a su salud, y la asistencia del estado es cada vez más deficitaria. La justicia que es manipulada. La economía en crisis. Los comercios cierran. Las fábricas suspenden a su personal, y la realidad mediática te dice otra cosa: la que te quieren instalar para distraerte de lo principal y verdaderamente crítico.

Justifican todo, su propia desidia e inoperancia y los malos resultados, levantando su dedo índice y señalando con tono acusador, al pasado, a la pesada herencia, a las deblacles de los mercados internacionales. Y en esa actitud imperativa y acusadora, también culpan a la misma sociedad, haciéndola chivo expiatorio de su propio fracaso. “Es una fiesta que pagamos todos” argumentan. Sin embargo no encuentran explicaciones creíbles para denostar la simple verdad ante cuestiones innegables. ¿Tiene acaso certero cuestionamiento que antes se subsidiaba manteniendo tarifas razonables para la sociedad?, se contenía desde el estado, se generaban políticas sociales, se controlaba de mejor manera al vertiginoso dólar al cual nos sometemos económicamente de manera histórica en este país. Y, a pesar de toda “esa fiesta como le llaman” se podía estar alejado del látigo del Fondo Monetario Internacional, y sin someterse a políticas neoliberales tan crudas y duras para el sector más amplio de nuestra sociedad, la clase baja y media.

No se trata de defender un gobierno u otro. Se trata de entender porque debemos pagar los platos rotos de las políticas de unos pocos, pensadas para unos pocos también. Argentina es mucho más grande que cualquier partido político, religión o credo, y en esa premisa es que debe manejarse cualquiera que asuma la responsabilidad de dirigir los destinos de esta Nación. Nación que nos prometieron, grande, con un cambio, esperanzadora y con futuro, sin embargo la realidad nos dice que cada vez estamos más lejos de ello.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *