diciembre 20, 2025

Puntanidad al palo

defender lo logrado

«El año de la Educación será el día en que dejen de humillarnos»

Con una carta abierta al Gobernador Poggi publicada en su perfil de facebook, una docente desnudo la realidad que viven en la provincia de San Luis.

Este es mi aguinaldo. Treinta y tres años enseñando, sosteniendo aulas, infancias golpeadas por la desigualdad. Y esto es lo que vale hoy mi vida docente para este gobierno: un monto humillante, insuficiente, ofensivo.

A veces quiero creer que es un error. Me cuesta aceptar que quienes fueron elegidos por el pueblo gobiernen tan disociados de la realidad. Me niego a pensar que la decisión política del gobierno provincial se base en la crueldad. Pero los hechos me cachetean con la realidad.

Los que vinieron prometiendo ser “mejores” nos empujaron a la pobreza y a la indigencia docente.

Y lo más cruel es el miedo a jubilarnos: hacerlo implica perder alrededor del 30% del salario, porque gran parte está compuesto por ítems sin aportes. Ítems en negro que nos roban el futuro y que también empobrecen a quienes ya están jubilados. Ni siquiera quiero detenerme en el aguinaldo de una docente que recién se inicia. Eso es todavía más humillante. Y cuando nos quejamos, nos llaman desagradecidos. Nos dicen que nuestro salario promedio “está bien” en comparación con otras provincias.

El Gobernador, desde discursos cuidadosamente medidos, repite que siempre está pensando en mejorarlo. Pero la realidad es otra: estamos recontraendeudados para no renunciar a vivir con un mínimo de dignidad. Tarjetas al rojo vivo, créditos eternos.
La docencia es ejercida mayoritariamente por mujeres.

Mujeres al frente de hogares, muchas sin un compañero con quien compartir la olla. Mujeres madres, con hijos en edad escolar. Mujeres que pagan alquiler. Nos han convertido en sobrevivientes.
Algunas, para no aceptar tanta crueldad, sostienen pequeños emprendimientos que funcionan como una ilusión mínima para no caer en la desesperación. Que una compañera compre ese producto no es consumo: es sostén emocional para con la compañera emprendedora.

La verdad es que estoy harta.
Evito leer al Gobernador porque lo primero que me nace es atacarlo.

Se decretó que el año próximo será “el año de la Educación”. No me opongo a que la educación sea agenda de gobierno. Pero no puede haber año de la Educación con docentes hambreados por quienes toman las decisiones. Nos exigen formación permanente, conectividad, actualización digital. Pero ni nos pagan internet. En cualquier trabajo las herramientas las provee la patronal. En la docencia, todo sale de nuestro salario: el guardapolvo, los materiales, los libros, los recursos, la computadora, la impresora. Incluso el tiempo.

Hoy que se habla de reforma laboral y del “banco de horas”, somos los primeros en acumular horas extras que nadie paga ni reconoce. Si pedimos una hora para organizar un acto escolar, no se autoriza. Si pedimos una hora para preparar el salón, tampoco.

Las visitas domiciliarias para proteger a nuestros alumnos, cuando sospechamos situaciones graves, las hacemos fuera de horario. Si no lo hacemos, somos sancionados por no cumplir nuestro deber como funcionarios públicos a cargo de menores.

Todo se hace fuera del horario de trabajo. Y nos da vergüenza reclamar, incluso a nuestros propios directivos, porque se pone en duda nuestra vocación, porque “no tenemos puesta la camiseta”.
Nos disciplinan todo el tiempo.

Desde el gobierno afirman que el programa de alfabetización es un éxito junto al PANE porque bajaron los índices de inasistencia. No es real. Ellos lo saben. Y aun así el Gobernador lo repite, sin pudor, sabiendo que nadie lo cree.

El programa no alfabetiza: adiestra. Lo sabemos los docentes y lo saben los funcionarios que exigen que lo apliquemos. Dentro de diez o veinte años, cuando aparezcan las consecuencias, dirán que fue culpa nuestra. Nunca se hacen cargo.

Reducen la enseñanza a recetas vacías, a control, a obediencia. Y nosotras callamos. A veces pienso que somos un monstruo dormido, anestesiado. O, como dijo una compañera para evitar exponerse: “hagamos como que padecemos demencia y sigamos”.
Hablan del año de la Educación.
Ojalá al menos compren libros.

Porque hablan de alfabetizar sin libros. En dos años no llegó uno solo a las escuelas. Nos reprochan que los niños no saben leer, escribir ni comprender textos. Pretenden que enseñemos a leer sin libros.A nadie se le ocurriría enseñar a nadar en una pileta sin agua. Imagino a docentes de Educación Física enseñando crol o mariposa en una gran pileta sin agua. Bueno, eso mismo nos exigen a las profes de Inicial y Primaria.

Reducen la alfabetización a un manual donde los niños solo aprenden a decodificar. Aprenden la técnica, pero no el sentido. Después dirán que no comprenden textos. Como ese niño que “aprendió” estilo mariposa sin agua: cuando entra a la pileta, apenas flota… y la culpa vuelve a ser del docente.

Nada de esto es casual. Es coherente con un modelo que nos desprecia, nos humilla, nos denigra. Y no puedo dejar de preguntarme: ¿será porque somos, mayoritariamente, mujeres? ¿Será misoginia?

A pesar de todo, vocación nos sobra. Amamos la escuela pública. Pero nos falta salario. Nos falta respeto. Nos falta un Estado que deje de usar la palabra educación mientras ajusta sobre nuestros cuerpos.

El año de la Educación será el día en que dejen de humillarnos.