
La mentira como estrategia política. En el mundo, en Argentina, y en San Luis
El profesor de sociología Philip N. Howard, experto en estudios de internet de la Universidad de Oxford, Reino Unido, se ha dedicado a estudiar el impacto de la propaganda computacional automatizada en la vida política de los países, entre ellos los más poderosos del mundo. En un artículo de octubre de 2016 detalla los resultados de una investigación sobre el uso de Twitter en el segundo debate en la campaña por la presidencia de Estados Unidos entre Hillary Clinton y Donald Trump. Howard rebela que el tráfico en esa red social a favor de Trump duplicó al tráfico a favor de Clinton, pero también que por lo menos un tercio de los tuiteros pro Trump eran robots, contra un cuarto de los tuiteros a favor de Clinton.
El uso de trolls (perfiles truchos gestionados por gente contratada) y bots (programas diseñados para publicar contenido de forma automática en las redes sociales), crear perfiles falsos e incluso “interactuar” con personas reales sin que las personas reales se den cuenta de que están conversando con una máquina, se ha extendido del marketing comercial al marketing político.
Cualquier partido político o candidato que cuente con los recursos suficientes puede contratar los servicios de una agencia que por una suma de dinero crea decenas de perfiles falsos y contrata gente para estar posteando todo el día con un guion dinámico. Por un poco más de dinero se puede acceder a la tecnología de los bots que publican o retuitean la información que se les proporciona, alcanzando una amplificación extraordinaria.
Si se añaden recursos y tecnología, se puede comprar big data. Es decir, toda la información que tienen los monstruos del ciberespacio sobre los usuarios: datos tales como sexo, edad, filiación, gustos, ideas políticas, religión, lugares favoritos, dónde estuviste cada minuto desde que tenés celular con internet, qué películas o series mirás, qué música escuchás, qué ropa te ponés, quiénes son tus seres queridos, entre otras miles de cosas que se pueden saber sin tener que leer o escuchar las conversaciones que surgen de la metadata. Y con esa información, las campañas políticas se pueden personalizar. A tu perfil de Facebook le puede llegar el tramo del discurso de un candidato en el que justo habla de algo con lo que vos podés estar de acuerdo. O una publicidad política diseñada para vos y tus amigos. Maravillas del microtargeting.
Casi todo es posible si se tiene plata, aunque para acceder a algunas tecnologías además de plata se necesitan contactos con el poder. Cuando el fundador de Wikileaks, Julian Assange, confirmó a Nocaute que Michel Temer había sido informante de Estados Unidos, explicó que la campaña para destituir a Dilma Rousseff había sido fogoneada por robots en las redes sociales y subrayó que eso no era posible en América Latina “sin el apoyo de Estados Unidos”.
Este sistema en La Argentina
El uso de bots y trolls está muy extendido en Argentina y Brasil, y tuvo un impacto político notable en ambos países. Los ejércitos de trolls a cargo del jefe de gabinete de Mauricio Macri, Marcos Peña, ya ha protagonizado escándalos públicos. Sobre todo por sus campañas de desprestigio, eventualmente contra gente todavía más influyente que el presidente. En julio del año pasado, por ejemplo, se metieron con Marcelo Tinelli, y el conductor televisivo los bautizó de “troll centers” y los prendió fuego con capturas de pantalla en Twitter en las que el conductor tiene más de nueve millones de seguidores, contra los 3.600.000 de Macri o 4.700.000 de Cristina. El troll center de Peña tiene incluso oficina en la Casa Rosada, donde funciona bajo el nombre de Subsecretaría de Vínculo Ciudadano.
En diciembre de 2016, cuando se produjo la ocupación por jóvenes científicos de la sede del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Argentina, en contra del recorte del presupuesto previsto por el gobierno para el ingreso a la carrera de investigador y el número de becas doctorales y posdoctorales, se produjo un feroz debate fogoneado por los medios sobre la pertinencia de las líneas de investigación científica en ese país. Los medios se encargaban de tergiversar el contenido de las investigaciones para presentarlas como ridículas y desconectadas de la realidad, de forma de justificar el ajuste. Pero además, en las redes sociales mucha gente salía a replicar información y comentarios contra los científicos (también mucha a favor), presentándolos como parásitos o ñoquis del Estado. Hasta que una investigación realizada por dos jóvenes científicas argentinas (Analía Celeste y Yamila Abbas) demostró que mientras que los comentarios a favor de los científicos y la inversión en ciencia y tecnología los producían usuarios desperdigados, los comentarios en contra se organizaban en torno a superusuarios de las redes, tipos mencionados o retuiteados miles de veces.
Mientras que los que se expresaban a favor comentaban todos los días, los contrarios lo hacían ¡los días de semana y en horario de oficina! Tan esclarecedora es la investigación, que vale la pena revisarla para estar advertidos de lo que son capaces los expertos en manipulación (https://elgatoylacaja.com.ar/jugada-preparada/).
Hay que estar alerta sobre estas prácticas y sus derivaciones. Conceptos como kompromat, información comprometedora y a menudo falsa que se utiliza para destruir la imagen pública de adversarios políticos (recordemos hace poco la foto trucha publicada por Ana Lía Piñeyrúa, en la que aparecía Tabaré Vázquez, incluido mediante Photoshop, en el acto de asunción de Juan María Bordaberry), o el astroturfing, término con el que se conoce una práctica de propaganda porque se simula que un concepto publicitario político sería la opinión de grupos sociales o individuos reales, son formas actuales de la comunicación política. Y no deberían ser ignoradas o subestimadas.
Con trolls y bots cargados de rumores, kompromat y astroturfing se puede poner a Trump de presidente, pero también a Macri, a Temer y a sus émulos locales. La tecnología está. La plata, también. Y la oportunidad. Sólo lo impide la decencia. Y ya sabemos que la decencia es muchas veces la variable de ajuste en la lucha por el poder.
(…) Fragmento de texto escrito por Leandro Grille – Caras y Caretas
*Este sistema en San Luis
San Luis no es la excepción a este tipo de metodología, donde en el lapso de los últimos 2 años, surgieron portales digitales como El Puntano, Zbol, El Diario Todo un País, entre otros; y cuyo único fin es la difamación de la actual gestión de Gobierno. Mientras que, en una segunda línea, existen otros medios digitales también que, sin ser tan evidentes en el contenido ideológico y la línea editorial, buscan mellar las acciones del gobierno en curso. Estrategia donde ni siquiera se mide a la hora de producir las mentiras que, estudiadas de manera muy cuidadosa, saben que van a impactar con fuerza en los lectores produciendo un desgaste y descontento en la sociedad. Obviamente todo esto con el fin de sacar rédito político.




Sumado a lo manifestado en el párrafo anterior, están las redes sociales, donde también se disputa una parte importante de la cuestión política. Y en este caso, hemos observado que en San Luis, se ha instalado un nivel de violencia y de descrédito de determinados usuarios que revisando sus acciones, horarios en que realizan los post, la metodología con la que lo hacen y el mismo mensaje en sus contenidos, evidencian que se tratan de los tan de moda por estos tiempos «trolls» (usuarios pagos que estratégicamente dispersan mensajes negativos y falsos para provocar malestar y difamación de una obra o acción de Gobierno.

Algunos de estos usuarios pueden ser perfiles falsos (generalmente la mayoría) y con la sola denuncia o reporte quedan eliminados. Pero aparecen nuevos y el mensaje negativo vuelve a recorrer las redes, y se transforma en una constante.
Otros, son perfiles reales, que trabajan como parte de un equipo encargado de instalar estas falsedades y procuran aparecer en cuanto posteo exista de una acción de gobierno u opinión se emitan de un gobernante en las redes sociales, principalmente en facebook y twitter , siendo en San Luis la más usada facebook.
Lo cierto es que desde estos perfiles, y bajo un claro lineamiento de un guru de este tipo de campañas politicas virtuales, intentaron difamar inicialmente con la salud, hasta que el Gobierno afino la puntería con ese tema generando obras, convocando profesionales, reestructurando toda el área y tomando acciones concretas que los dejaron sin motivo de crítica. Buscaron criticar una obra ejemplar a nivel nacional como La Pedrera, buscando las mil aristas y tratando de agitar los ánimos, hasta que la misma obra demostró que es en rédito y beneficio de San Luis. Son pocos los temas que pudieron sacar como errores de acciones de gobierno, y en esa escasez tuvieron que recurrir a las noticias falsas, difamando las becas de los Jóvenes Puntanos, que iban a dejar de pagarse luego de la elección, difamaron las capacitaciones de las mujeres emprendedoras y manifestaron que eso se terminaba por un resultado adverso, y así fueron sucediéndose las mentiras que intentaron instalar con diferentes recursos.
Lo coincidente en todos estos casos, es que no se cuenta con una plataforma de proyectos o ideas en el mensaje que emiten, de manera que se pudiera comparar o contrastar con las acciones de gobierno. Es mas, son lineamientos deslegitimar, ensuciar y mentir para menoscabar las bases de un gobierno que en San Luis viene haciendo las cosas bien hace varios años.
*Redacción: Puntanidad al Palo